Los tres entierros del chapo Guzmán


Ramiro Padilla Atondo

Dizque dicen que dijeron que habían dicho que dirían, que a la mejor si la evidencia no mentía podrían haber ultimado al Chapo Guzmán. El detalle es que si uno no está familiarizado con los Sinaloenses les pueden dar gato por liebre. Bien se dice que hay ciertas características físicas por región en México, que si los Guerrerenses son morenos, los de los altos de Jalisco rubios y los Yucatecos cabezones. Si bien estas características no son determinantes sí inciden un poco.
¿Porqué digo esto? Porque hay muchos, muchísimos Sinaloenses que se parecen. He visto varios con un gran parecido a Julio César Chávez, (mi madre nació en Guasave) y cuando he ido me doy cuenta que no solo un par sino un centenar en esa región pasarían por gemelos del chapo. Ya lo han matado varias veces y parece que es tan escurridizo que como el ave fénix resucita de sus cenizas.
Ahora, ¿Y si fuera él? Siguiendo la lógica de Eduardo Guerrero, quien quizá sea el mayor estudioso del fenómeno del narcotráfico (publica en nexos) la muerte del Chapo supondría un perjuicio más que un beneficio, pues a la muerte de un gran capo le sigue el reacomodo en los carteles con su consiguiente dosis de sangre (de por sí estamos viviendo tiempos bastante violentos para que encima le echemos leña al fuego) habrá que esperar. Aunque ya conocemos a nuestras autoridades. Esperemos que no crezca de tamaño o desaparezca.