¿Es obligado regalar Pemex?

Carlos Reyes Romero

Quien sabe qué extraño encantamiento padece el salinismo que lo impulsa a malbaratar el país a como dé lugar.
En el acto oficial del 75 aniversario de la expropiación petrolera se afirmó y reiteró machaconamente que Pemex es y seguirá siendo patrimonio de todos los mexicanos, la verdad es que hace mucho que Pemex es una empresa confiscada a la Nación, un botín para la voraz clase política mexicana, una fuente de ilícitos enriquecimientos.
Por más que el presidente Peña Nieto se desgañite afirmando que Pemex no se vende ni se privatiza, todo indica que el gobierno se encamina a compartir la renta petrolera con los capitales monopólicos nacionales, pero sobre todo los del extranjero.
Todos sabemos que cuando un gobierno afirma enfáticamente que no va a hacer tal o cual cosa siempre resulta que sí lo hace.
El pretexto es ahora la supuesta incapacidad de Pemex para reinvertir y para dar mantenimiento a sus instalaciones, que no tiene recursos para ampliar su plataforma de producción.
Lo que se oculta es que la estrechez financiera de Pemex es resultado de que el gobierno destina todos los ingresos de la empresa a gasto público.
Esa es la opción que, desde 1976, eligió el gobierno para enfrentar el sobregasto gubernamental sin tener que reducir el gasto público, como lo exigía el Fondo Monetario Internacional, y ni hacer la tan postergada reforma fiscal para ampliar la capacidad recaudatoria del estado mexicano.
Reforma fiscal que por cierto, antes como ahora, requiere gravar efectivamente las ganancias de los sectores monopólicos de la economía, que sólo aportan el 1.8 por ciento de los ingresos fiscales del país a pesar de que facturan el 53 por ciento del PIB, para no seguir poniendo la carga fiscal en las espaldas de los sectores no monopólicos, los profesionistas y pequeños negocios, los asalariados y sobre Pemex, sectores que en conjunto aportan el 98.2 por ciento del gasto público, no obstante que sólo generan el 47 por ciento de la renta nacional.
Con el pretexto lopezportillista de que íbamos a “administrar la abundancia” el gobierno se lanzó en aquellos años a la aventura de petrolizar el gasto público, al mismo tiempo que volviendo a confiar en los rentistas empresarios que conforman la pichicata oligarquía mexicana ˗aquellos que “no nos volverán a saquear”˗ puso en sus manos los recursos fiscales para el financiamiento del desarrollo y les permitió durante casi 30 años no pagar impuestos, supuestamente porque iban a generar un millón anual de empleos y a modernizar tecnológicamente la planta productiva del país.
Nunca lo hicieron; al contrario nos volvieron a saquear.
En Pemex siempre ha habido participación privada. Todo el sistema de distribución y venta de gasolinas, diesel, petróleo y nafta al menudeo y de lubricantes, bajo diversas modalidades, ha estado en manos de particulares, desde que la empresa se nacionalizó en 1938. Ese no es el problema.
Parte importante de la petroquímica nacional, también está en manos de particulares; ese tampoco es el problema.
En una de nuestras refinerías y en la explotación del gas natural tenemos participación de capital extranjero; tampoco es ese el problema.


Incluso se les ha abierto espacios a las empresas privadas extranjeras en la identificación y exploración de reservas petrolíferas y en la construcción de plataformas y buques petroleros. Pero eso no les es suficiente.
Lo que quieren el gobierno norteamericano, hay que decirlo claro, y las grandes empresas petroleras que están detrás, es tener acceso a la renta petrolera del país, quieren que se les permita tener acciones en Pemex-Exploración y Producción para participar directamente en la extracción del petróleo y de esa manera tener derecho a una parte del producto.
No les interesa Pemex-Gas y Petroquímica Básica, ni Pemex-Petroquímica, ni mucho menos Pemex-Refinación; saben perfectamente que la joya de la corona, está en la extracción del petróleo y saben que los salinistas, saben que el gobierno de Peña Nieta está dispuesto a hacerles el paro, que no se atrevieron a hacer los dos gobiernos panistas.
El objetivo principal de las petroleras trasnacionales es acceder a las ganancias del principal corporativo de Pemex. Eso es lo que esconde el gobierno; eso es lo que tenemos que impedir los ciudadanos.
No nos hagamos bolas, la solución a la actual estrechez financiera de Pemex, para la recuperación y el desarrollo de esta vital empresa, está en cambiar el severo y confiscatorio régimen fiscal de Pemex y en aumentar sustancialmente los recursos de la empresa destinados a reinversión, exploración, innovación tecnológica y mantenimiento de instalaciones, y sobre todo en establecer un modelo fiscal que obligue a las 422 empresas consolidadas y a las mineras a pagar impuestos.
Debe prevalecer el mandato constitucional de que es obligación de todos contribuir para los gastos públicos de manera proporcional y equitativa. No tenemos por qué regalar los recursos no renovables del país.

17 de marzo de 2013.