Ramiro Padilla Atondo
Las grandes
corporaciones tienen un slogan. Maximizar las ganancias. Y estas grandes
corporaciones dado su gigantismo tienden a despreciar el factor humano. La
base.
Y es en este
sentido que la maximización de estas ganancias pasa por importarles poco lo que
le venden al consumidor. La reciente batalla de un chef inglés contra uno de
estos conglomerados muestra esta realidad:
Pero, ¿Qué hay
detrás de todo esto? Recuerdo como hace ya unos veinte años la primera
franquicia de esta compañía llegó a mi ciudad. Era como un trozo del sueño
americano, pero en suelo mexicano. Los que teníamos hijos pequeños no
vacilábamos en llevarlos a comprar su cajita feliz. La estrategia ganadora de
la compañía había sido revolucionaria en el sentido de crear la necesidad ya no
en los padres, sino en los infantes.
Por supuesto que no
estábamos al tanto de los efectos que este tipo de dieta tendría a largo plazo.
De hecho, un documental filmado en Estados Unidos dio una mirada cercana a la pandemia de
obesidad en el vecino país. Super size me (en español engórdame, que no es
literal en el sentido que le quisieron darlos productores de la película) se
refiere a la oferta que hacen los restaurantes de este tipo, que por unos
centavos más te entregan una bebida gigantesca y unas papas gigantescas
también:
Los restaurantes de
comida rápida representaban en ese momento el mito del progreso, el american
way of life reproducido hasta la
saciedad en sus películas. Y estas franquicias como parte de la avanzada en el
colonialismo cultural hacían de aquel postulante al trabajo sentirse como
alguien especial. Es que era la onda trabajar en un Mcdonalds, que inclusive
hasta los chicos fresa llenaban solicitud.
No era nada extraño
ver a alguien con brackets carísimos atenderte en la caja. Pero con el tiempo
estas cadenas se fueron mimetizando con el paisaje hasta convertirse en parte
de la vida cotidiana en nuestras ciudades. Esto es, lograron su cometido.
Esta idea de
asociar el progreso de un país por la cantidad de estas franquicias es
fácilmente vendible. No dejan de ser una variante de las maquiladoras, que
hacen trabajar a sus empleados horarios bestiales que no están permitidos en
sus países, con ganancias del primer mundo y salarios del tercero.
México ocupa el
primer lugar en obesidad infantil, y esto se debe al cambio en el tipo de
dieta:
En mi niñez, una
hamburguesa o pizza era excepciones a la
regla, no parte de la dieta diaria, por lo que una persona obesa era rara, al
menos en la juventud. Pero las estrategias de libre mercado tienen sus
consecuencias también. Las vemos en este momento. A un aumento de la vida
sedentaria gracias a las nuevas tecnologías se le une la proliferación de
publicidad dirigida a los niños.
Las franquicias
cotizan en la bolsa de valores donde los inversores solo quieren ver números
negros. Les importa muy poco que el producto que venden pueda ser perjudicial
para la salud en el corto y mediano plazo. Y no dudarán en dar la batalla. Nos
corresponde a nosotros acabar con este mito llamado Mcdonalds y obligarlo a
transformarse. Desgraciadamente en este momento se han vendido billones de
hamburguesas con sus consecuencias.
Y no se ve que la
tendencia vaya a cambiar. Pero tenemos la opción. Podemos escoger un menú más
saludable. Así de fácil.
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