Veinte años y un poco más del Tratado de Libre Comercio de América del Norte

El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) sepultó los temores que aquejaban a la industria nacional y catapultó a México en exportaciones y productividad. Pero pese a este logro, expertos aún ven espacio para fortalecerlo e incluir algunos temas que quedaron fuera. A 20 años de su firma, entre los dos mayores beneficios que logró el acuerdo (entró en vigor el 1 de enero de 1994) destacan la mejora en la productividad y las cifras por sí mismas.
Un reporte del Congreso estadounidense señala que el comercio México-Estados Unidos creció 506% entre 1993 y 2012. Y en ese mismo lapso, el intercambio entre el país norteamericano y Canadá, la otra arista del tratado, creció sólo 192%.
En ese primer año, las exportaciones de México a Estados Unidos acumularon 51,600 millones de dólares, monto que para 2012 se elevó a 317, 814 millones de dólares.
Muchas empresas de diversas industrias fueron las que explotaron el camino de la apertura al que el gobierno mexicano se vio orillado tras una severa crisis económica, un peso sobrevaluado y un pobre nivel de ahorro interno en la década de 1980.
Hoy, México y Estados Unidos producen simultáneamente, hay producción conjunta. Casi no hay ningún sector industrial donde no haya partes mexicanas, canadienses o americanas en los tres países.
La producción de hortalizas, la industria automotriz y la producción de artículos electrónicos son citados como ejemplos virtuosos de lo que trajo el TLCAN a México.
La industria automotriz mexicana es la gran ganadora. Desde la entrada en vigor del tratado, la exportación de vehículos ligeros de México a Estados Unidos se disparó 480%. Las importaciones crecieron 232%.
La otra franja beneficiada por la manufactura de productos para exportación, desde televisores hasta guitarras eléctricas, está en el norte de México. Son unas 3,000 fábricas repartidas en Baja California, Nuevo León, Chihuahua, Coahuila y Tamaulipas.
En 2012, México exportó 113,105 mdd en electrónicos a Estados Unidos, según estadísticas del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).
En 1990 el entonces presidente de México, Carlos Salinas de Gortari, tomó la decisión de buscar el acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá. El año previo, los vecinos del norte acababan de firmar la liberalización bilateral. 
El mayor reto para México era ganar la confianza de los inversionistas para atraer flujos externos y lograr activar la economía.
Si en un principio la iniciativa desató temores entre los industriales del país porque los pondría a competir de igual a igual con empresas internacionales, lo que hoy impera es la idea de que el TLCAN tuvo más pros que contras y el balance positivo se percibe en ambos lados de la frontera.
La historia económica de México en los próximos años se va a escribir en antes y después del TLCAN. En México siempre pensamos que no crecemos lo suficiente y que la productividad es baja, y en mucho se debe a que no hay reglas claras. En cambio, en el sector donde tenemos reglas claras, el comercio exterior, hemos crecido exponencialmente.

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