BREVIARIO: Renovación perredista

Alfredo Nava Pérez

La renovación de la presidencia nacional del PRD podría ser la coyuntura perfecta para reivindicar política y socialmente al partido o para terminar de hundirlo.

ANTECEDENTES

A partir de diciembre del 2012, luego de que se hiciera pública la participación del Partido de la Revolución Democrática en El Pacto por México, la imagen de la izquierda perredista se vio muy mermada. Las críticas fueron durísimas tanto al exterior como al interior del partido. Simpatizantes, militantes y sus propias corrientes como Izquierda Democrática Nacional (Bejaranistas), Movimiento Progresista (Ebradistas), entre otras, mostraron su rotundo rechazo a dicha alianza con el PRIAN e iniciaron una pugna interna por reconfigurar la imagen pública del PRD como partido de oposición real; sin embargo, la corriente Nueva Izquierda mejor conocida como “Los chuchos”, quienes han mantenido el control de la dirigencia nacional del partido por dos periodos consecutivos, han impedido con sus decisiones, pactos y alianzas equivocadas, el reposicionamiento del PRD como la primer fuerza política de izquierda en este país.

LO QUE SE VISLUMBRA.

Da la impresión de que “Los chuchos” le han vuelto a apostar al fracaso del partido, en aras de mantener sus cotos de poder. De qué otra forma se puede entender el rechazo de Nueva Izquierda  a las dos propuestas iniciales relativas al proceso de renovación de la dirigencia nacional:

1.- Impulsar una candidatura de unidad, abanderada por el Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, fundador del PRD, opositor a la reforma energética y promotor de la consulta popular para derogarla.

 2.-  Realizar un proceso electoral interno en el que todos los militantes y consejeros nacionales puedan ejercer su voto.
 La primera fue tachada de antidemocrática y la segunda, de riesgosa, ya que pudiera provocar más divisiones al interior del partido. Al final, “Los chuchos” terminaron acomodando el procedimiento a su antojo y mayoritearon  su propuesta. Serán los consejeros nacionales únicamente los que elijan por voto directo a la nueva dirigencia perredista.    

Por la situación política que enfrenta el país, en la cual el poder legislativo está totalmente supeditado al ejecutivo federal y en donde hemos visto pasar reformas sin previa discusión, rompiendo los protocolos y normatividades vigentes de ambas cámaras, se hace indispensable la representación de amplios sectores de la sociedad por medio de un partido fuerte, congruente en su discurso, honesto en sus acciones, valiente en la defensa del patrimonio nacional y del bien común de los mexicanos. Pero esto no lo han querido entender los que controlan actualmente al PRD.  Siguen apuntalando un partido político confuso y difuso. El electorado ya no tiene claro a quién representa este partido, cada vez más cerca más de la derecha que de la izquierda que lo vio nacer.

Este 24 de agosto, día de la elección del nuevo presidente nacional, la figura de Carlos Navarrete (candidato de “Los chuchos”) no le va a alcanzar al PRD para consolidarse como un verdadero partido de oposición, ni para convertirse en un contrapeso real en la negociación de las leyes secundarias de la reforma energética. Cómo poderles comprar la idea de defender el petróleo nacional y de realizar una consulta popular para derogar los cambios constitucionales a quienes impulsaron el Pacto por México, a quienes le levantaron la mano al presidente Enrique Peña Nieto. El cambio que se avecina en la dirigencia del PRD, más que reivindicarlos frente al electorado y su militancia, pareciera que va a terminar por hundirlos.    

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