DICEN QUE DIJERON QUE ANDAN DICENDO QUE…

Margarito López Ramírez

“…. los chamacos, gritaban: ¡ya viene…! ¡Ya viene allá!,  al tiempo que jugueteaban y se entreveraban entre la multitud para observar de cerca El Encuentro de la Cera reforzado por el acompasado resonar de la tambora de “El Chile Frito” y la música típica de danzas secundadas por huequixtles, mojigangas y chirrioneros saltarines.

“… Dicen que aunque el contingente era diverso y extenso a lo largo de la calle principal de Tixtla de Guerrero, Gro.,  el mayor interés de los espectadores se concentraba en la Danza del Lagarto en la que don Sóstenes Loza, hombre corpulento dedicado a castrar marranos, era el personaje principal.

“… Afirman que Don Chote, quien transitaba en los setenta años de vida, se mostraba ágil, gracejo, agresivo, retador en sus desplantes y pizpireto ante sus admiradores.

“… Expresan que portaba un disfraz semejante a la forma de un reptil que traía enjaretado en la cintura, un armatoste que dejaba entrever fauces en las que habían afilados dientes provenientes de un verraco sacrificado y en el otro extremo una enorme cola hecha de hule que manipulaba para aporrear a quienes con redes y remos intentaban “cazarlo”.

“… Aseveran que, a sabiendas de que la gente lo observaba, él se afanaba en su representación escénica dando coletazos en las corvas de sus “oponentes” a quienes derrumbaba, propiciando sonoras carcajadas y aplausos provenientes de la muchedumbre.

“…   Manifiestan que, además de ser un excelente protagonista de la danza en mención, don Chote era buen tomador de mezcal, ejecutor de guitarra, cantante, trovador y autor de versos que, aunque mal rimados, estaban impregnados de ingenio y sabiduría populares. Algunos de sus amigos, le atribuyen aquello que dice:

“… hojas aquí, hojas allá y más allá… ¿Qué veo?.. A mí no me hacen pendejo… ¡aquí comieron tamales!”

En circunstancias distintas, recuerdan algo más de su autoría:

“… Al pasar por tu casa, vide un gato callejero, pero no lo espanté; porque dije para mis adentros: si lo apedreo, corro el riesgo de embarrarme los dedos…”.

Por eso en el ambiente bohemio de estos días, al ver que alguien baila con donaire de “lagarto retozón” o escucha que recita versos cojos en contenido y rima, dice: ¡´abrón…, te pareces a Chote! La referencia, aunque tiene tintes de chascarrillo, conlleva nostalgia por ese ayer impregnado de tradiciones y costumbres que en veces ha sido trastocado por la transculturización o la falta de apego a nuestras raíces.

 “…Después de él —dicen sus amigos— no ha habido Danza del lagarto en el Paseo de la Cera, tampoco en Encuentros mayordomales y demás bullas pueblerinas.

“… Por eso y más, se le recuerda y en veces se escucha en boca de alguien que lo conoció: ¡descansa en paz, amigo Chote...! Sí, sí, descansa… o que Dios te tenga a fuego manso, si a cambio de ello te permite personificar La danza del Lagarto, beber mezcal, ejecutar tu guitarra, cantar y de vez en cuando mal trovar versos dedicados a tu público dilecto…”



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