Martín Luis Guzmán, uno de los mejores prosistas de las letras nacionales

Martín Luis Guzmán (Chihuahua, Chihuahua, 6 de octubre de 1887 – Ciudad de México, 22 de diciembre de 1976) es uno de los mejores prosistas y novelistas del país, por lo que se trata de una de las grandes figuras de las letras mexicanas, cuya excelente forma de escritura ha inspirado a otros autores.

A 39 años de su fallecimiento, el escritor, periodista, intelectual y diplomático, nacido en 1887 es, junto con Mariano Azuela, pionero de la novela de la Revolución, la cual observó en las tropas de Francisco Villa y es que tras estudiar derecho en la Universidad Nacional, en 1914 se unió a las tropas de El Centauro del Norte.

A raíz del golpe de estado de Victoriano Huerta, tuvo que exiliarse en Madrid, España, donde publicó su primer libro, La querella de México en 1915. Entre 1916 y 1920 vivió en Estados Unidos, y desde 1917 dirigió en Nueva York una revista en español llamada El Gráfico, y colaboró con la revista Universal. Con dichos artículos formó su segundo libro, en 1920, titulado A orillas del Hudson.

De regreso a México, se desempeñó como periodista y luego fue elegido como diputado, pero debió exiliarse desde 1924 hasta 1936 en España, donde escribió El águila y la serpiente, publicado en 1928, que contenía memorias de las luchas civiles en nuestro país, y en 1929, publicó la novela La sombra del caudillo, considerada pieza clave para la narrativa mexicana moderna, donde denunciaba la corrupción emanada de la gesta revolucionaria y las misteriosas circunstancias de la muerte de Francisco Serrano, opositor al presidente Álvaro Obregón, que buscaba la reelección en 1928.

En 1940 apareció el volumen Memorias de Pancho Villa, libro ejemplar por la manera metódica, inteligente y no por ello menos inspirada, de abordar a una personalidad histórica. A ese cuadro se suman otros títulos como Muertes históricas, de 1958, año en que el autor fue galardonado con el Premio Nacional de Ciencias y Artes, así como Mina, El Mozo, Héroe de Navarra.

Martín Luis Guzmán fue un hombre dedicado a las letras, pues él mismo señalaba en una entrevista realizada por Emmanuel Carballo en 1958, “un impulso interno me movió a escribir a los 13 años. Ese mismo impulso me sigue dictando las páginas de mis libros, como hace más de medio siglo”.

Pero siempre en prosa, “no me gusta escribir poesía”, reconocía el autor cuyas influencias se sitúan en escritores como Rousseau, Tácito, Plutarco, Cervantes, Quevedo, Granada y Hazlitt, a quienes consideraba como “mis maestros en cuanto a la prosa”.

Martín Luis Guzmán se definía como un escritor reflexivo y apuntaba que “mientras no veo una cosa, un personaje, una escena, no los puedo describir. Cuando me refiero a ideas y no a hechos no consigo expresarlas hasta que las reduzco a una especie de diagrama. Cada vez que releo mis obras me gustan menos, quisiera modificarlas. Soy un inconforme constante conmigo mismo. Nunca he quedado satisfecho con ninguno de mis libros”.

El poeta, ensayista crítico Juan Domingo Argüelles destacó que Martín Luis Guzmán no sólo es uno de los mejores prosistas de México, sino de la lengua española, pues la maravilla que tiene es que además de ser un gran narrador, escribe prodigiosamente.

“Desde La sombra del caudillo, Las memorias de Pancho Villa, todos estos libros de las famosas muertes históricas, tienen una extraordinaria forma de escritura y por algo fue considerado en su momento el más grande prosista mexicano y esto lo admiten lo mismo Reyes que Fuentes, que todos los grandes escritores que hemos tenido”.

Aunque legó obras imperecederas, adscritas a la llamada novela de la Revolución, Juan Domingo Argüelles consideró que Martín Luis Guzmán se encuentra entre los 10 más grandes escritores mexicanos en todos los géneros.

Por ejemplo, La fiesta de las balas, dijo, es un texto redondo, perfecto, incluido en El águila y la serpiente. “Todo mundo reconoce que ese texto es uno de los mayores que se han escrito en México, que relata justamente la forma sanguinaria en que se comportaba el famoso ayudante de Villa, el coronel Fierro y cómo a sangre fría mata a muchísimas personas, nos damos cuenta que lo que observó Martín Luis Guzmán es la crónica de la violencia que había en ese entonces y la seguimos leyendo como si fuera actual, porque eso es lo que tenemos también hoy”.

Por su parte, el también escritor Hernán Lara Zavala aseguró que Martín Luis Guzmán es uno de los mejores novelistas del siglo XX, comparable a figuras como Mariano Azuela, Juan Rulfo, Carlos Fuentes, Fernando del Paso y Juan José Arreola, cuya obra brilló por poseer una prosa “muy buena, muy correcta, yo diría también una de las mejores prosas que ha habido en México, es clara, es precisa, es nítida, es emocionante, es llana, realmente no es un escritor barroco, no es rebuscado, es más bien un escritor de corte clásico”.

Destacó que en su caso particular, Martín Luis Guzmán fue una influencia definitiva para escribir el libro titulado Charras. “Para mí La sombra del caudillo fue una novela fundamental para escribir mi novela”.

Hernán Lara Zavala aseguró que muchos de los problemas que todavía existen en México fueron primero denunciados por Martín Luis Guzmán que, dijo, “es una voz importantísima en la historia de la literatura mexicana, la vindicación que hizo de Villa fue fundamental, el hecho mismo de haber participado de alguna manera más o menos activa en la experiencia de la Revolución, también fue muy importante”.

El crítico literario Emmanuel Carballo (Guadalajara, Jalisco, 2 de julio, 1929 - Ciudad de México, 20 de abril, 2014) señalaba que el estilo de Martín Luis Guzmán se caracterizaba por “el culto por la palabra precisa, el apego al raciocinio sistemático, el placer de mezclar las voces cual si fuesen dóciles guarismos, la intención geométrica de agrupar los incidentes de la anécdota como si fueran caras que concurren a dar forma a un cuerpo”.

Estas cualidades, añadía, “apartan a Guzmán de la línea abigarrada, expresiva y mental, de nuestras letras. Alguien dijo que el arte literario es, en cierto modo, el arte de la puntuación; de puntuar, activándolos, el ritmo y el asunto. Guzmán puntúa con igual habilidad la fiereza de Villa y la lucidez irónica de Obregón, la terquedad pueblerina de Carranza que el fervor iluso de Mina, el ritmo presuroso de La sombra del caudillo que el lentísimo ritmo de las Memorias de Pancho Villa, el ritmo de la estampa que el de la novela, el de la biografía que el de la historia”.

Decía el poeta José Gorostiza (Villahermosa, Tabasco, 10 de noviembre, 1901 – Ciudad de México, 16 de marzo, 1973) de Martín Luis Guzmán que “en este caballero, hombre de bien, gran señor de pequeña estatura, delgado, sonriente, generoso, que compensa su falta de corpulencia con una enorme energía moral e intelectual y con una enorme capacidad ilimitada de trabajo, coinciden tres personas: el revolucionario, el escritor y el hombre de acción”.

En este sentido, Beatriz Alcubierre y Jaime Ramírez Garrido, indicaban que Guzmán el escritor, había cultivado prolíficamente el ensayo, la novela, la biografía y la historia y que sus obras constituyeron aproximaciones sucesivas que buscaban desentrañar los intrincados mecanismos de la política mexicana.

En el artículo titulado Martín Luis Guzmán: A la sombra de la Revolución, aseguraba que sus obras transitaron entre la realidad y la ficción, denunciando más que situaciones concretas, prácticas y gestos, voces y talantes propios de una cultura política.

“Por eso también han servido como base para crear tipos históricos y caracterizar a ciertos personajes que habitan en el imaginario colectivo, más por el testimonio de Guzmán que por lo que la historiografía académica haya podido indagar. No hay duda, por mencionar el ejemplo más significativo, de que el Villa que quedó delineado en las páginas de El águila y la serpiente y Memorias de Pancho Villa es el mismo que la cultura popular mexicana reconoce como propio y entrañable”.

Martín Luis Guzmán también fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura y además de dedicarse a las letras, desempeñó importantes cargos públicos ya que fue Embajador de México ante las Naciones Unidas, titular de la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, senador de la República de 1970 a 1976, así como miembro de la Academia Mexicana de la Lengua.

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