En la Cineteca, Roberto Fiesco habló del trasfondo nacionalista de Río Escondido



Una de las cosas más apasionantes de Río Escondido es que construye un México completamente ficticio, de una belleza verdaderamente deslumbrante dentro del horror mismo que puede ser ese ínfimo pueblo abandonado, afirmó Roberto Fiesco durante la segunda conferencia de Conversando con nuestros cineastas, dedicada a la historia de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC) que se llevó a cabo en la Sala 4, Arcady Boytler.

Organizada por el Departamento de Extensión Académica y moderada por Juan Antonio de la Riva, la serie de charlas se llevará a cabo todos los jueves de este mes. En esta sesión el productor y director tamaulipeco abordó la temática nacionalista del largometraje ganador del Ariel en 1949: Río Escondido (Emilio Fernández, 1948), así como algunos aspectos que caracterizaron la carrera de su autor.

En primer lugar, argumentó que uno de los rasgos más fuertes del trabajo de Emilio Fernández era la sólida sinergia entre el guión y la puesta en escena, que resultaba en la creación de una ficción consistente que “no tiene ningún tipo de fisuras”.

“Eso es lo fantástico del cine de El Indio Fernández, que hay este universo de ficción construido de tal manera o con tal precisión que cualquier cosa que pudiera resultar absolutamente inverosímil o incluso ingenua, como el propio planteamiento temático de la película, se vuelve posible”, comentó.

La película es la historia de Rosaura, una maestra que, bajo encomienda del Presidente de la República, viaja al descuidado pueblo Río Escondido para continuar la labor educativa que había quedado amenazada por el cacique que rige el lugar.

Fiesco, a pesar de reconocer la ingenuidad del argumento —que idealiza a la educación como el arma humanística vencedora de los males que aquejan al país—, afirmó que establecía ideas que se conservaban conmovedoras y bellas casi 70 años después del estreno del filme.

Aseguró que otro aspecto impactante de la película era la participación protagónica de María Félix, quien “dejó de lado el papel de vampiresa” y, lejos de la imagen de femme fatale seductora a la que tenía acostumbrado al público de la época, asumió una figura femenina de absoluta abnegación y fragilidad sin perder la fortaleza de su carácter.

Citando una lectura de Emilio García Riera, el director de Quebranto (2013) posicionó al personaje de La Doña como “la encarnación misma de la patria”: una representación de México, país sometido por el caciquismo, que debe mantenerse virginal y puro para contrarrestar la fuerza de ese mal que lo mantiene rezagado.

Conversando con nuestros cineastas continuará con su ciclo dedicado a la AMACC hasta el 26 de mayo. El 19 de mayo, en la Sala 4, a las 18:00 horas, se proyectará la película Los Fernández de Peralvillo (Alejandro Galindo, 1954) con la participación de Alberto Lee.

Publicar un comentario

0 Comentarios