En México hace falta consolidar la tradición literaria infantil: Norma Muñoz Ledo

Todas las cosas tienen su propio despertar, el de una librería tiene algo de fabuloso, porque casi puede sentirse el bostezo de las letras, el de las palabras, el de las historias y los temas. Un íntimo suspiro los vuelve a su posición y como la rosa de El Principito acicalan sus portadas y despiertan el antojo. En este momento encaja perfectamente la frescura de Norma Muñoz Ledo, sus modos y su literatura. Hablamos de dos de sus libros que ha presentado recientemente.

El señor Escolopendra, es el primero que surge en la conversación.

--Has rescatado para la ficción literaria mucha de la tradición oral mítica de nuestro país, ¿qué diferencias has encontrado entre los seres fantásticos de nuestra cultura y los de otras culturas en el mundo?

--Bueno, (Carl) Jung decía que la fantasía, el folclor, es el ADN de un pueblo, entonces, eso sí es preocupante, la risa que causa esta idea pareciera despojarla de seriedad, pero no cae lejos de la realidad cuando aclara que en general los seres fantásticos de México son muy, muy hostiles hacia los humanos. No son seres benignos, ni son neutrales. Hay muy pocos seres que pueden darte regalos o que puedan ayudarte en un momento dado. Si te encuentras con ellos a veces es una cuestión de vida o muerte. Pero hay que ver que el origen de estos seres, en cualquier cultura, son muy antiguos, se pueden rastrear casi hasta los orígenes del lenguaje, por lo tanto son previos a cualquier concepto religioso y de moral.

Estos seres representan una manera de ver la vida, amoral. Nosotros los interpretamos como que nos molestan, nos pierden cosas, nos comen o nos matan. No les importamos, y si pueden hacernos daño, nos lo hacen. También hay otros que pueden darte bienes materiales, o darte buena suerte, incluso te pueden decir tu futuro, pero en general, no son haditas, ni espíritus, las crónicas que la gente hace de ellos nos dejan saber que son seres descriptibles. Por lo regular, monstruosos.

--Tú has recuperado gran parte de esta tradición oral, pero literariamente en México no existe esa tradición, como en otros países.

--Sí, no existe una tradición como la de los hermanos Grimm o Perrault, yo creo que los seres de las culturas hegemónicas han sido los dominantes. Los niños, están, a veces, más familiarizados con la mitología celta, la mitología nórdica que son los más conocidos en el mundo entero, y enumera: las hadas, los elfos, los trolls…no sé por qué no ha habido más interés.

Hay muchas recopilaciones desde el punto de vista antropológico o lingüístico, pero estas tienen poco valor estético, aunque resultan muy valiosas antropológicamente, pero hacen transcripciones del testigo. No pasan por el filtro literario, porque esta historia de El señor Escolopendra o las historias de Supernaturalia están muy trabajadas, ahí está la historia original, pero muy trabajada. Todos estos seres son materia prima, son portadores de enorme significado y simbolismo, cuando llegas a ellos buscando ese simbolismo, obviamente son materia para hacer muchas historias.

¿En El señor Escolopendra, cuáles serían ese significado y simbolismo? En Norma Muñoz Ledo no se agota el disfrute de sus personajes, que se revela mientras va respondiendo entre risas y sonrisas.

--Pues mira, en primer lugar es un ser sabio porque tiene siete cabezas mayas, entonces imagínate lo que no sabe. Es un ser muy fuerte, es un ser invencible, pero al mismo tiempo no te hace sentir su poder como otros seres que te dicen: eres mi desayuno y se acabó. Este me gusta mucho porque te da una oportunidad y prueba tu inteligencia y tu valentía, por supuesto, porque imagínate ver a un ciempiés gigantesco, a cualquiera se le va el corazón al suelo y ahí se queda.

Otra cosa importante es recuperar la voz de los abuelos porque una de las cosas que ha pasado en México, es la migración, los padres jóvenes que pudieran saber estas historias porque se las contaron sus padres, que son los abuelos, se van y ya no hay quien las conserve.

Además hay una influencia muy grande de la cultura gringa, que permea en muchas capas de la sociedad, lo ves por ejemplo con esta película Frozen. Los personajes son supuestamente nórdicos, la historia ha sido de las más taquilleras en los últimos años, y puedes ver loncheras, camisetas en los pueblitos más lejanos, y son personajes que no tienen nada que ver con su cultura; el muñequito de nieve, los trolls… entonces puedes ver la influencia de la cultura hegemónica, y tampoco se trata de ponerse chauvinista, pero la propia cultura es de una gran riqueza.

--La tradición oral sirve para filtrar la realidad, para vivir el mundo, ¿siguen estas historias haciendo sentido en la región donde se originan?

--Siguen haciendo sentido para ellos. En México, el mito está vivo, la tradición se vive lo ves en los rituales, lo ves el 3 de mayo, que se celebra la Santa Cruz. Está la parte religiosa y está la parte que es el ritual, el creer. Hay fiestas muy antiguas, como la de los graniceros en el Estado de México y en Morelos y que son personas que hacen rituales para atraer la lluvia en abril, para la siembra y luego hacen otra fiesta en agosto para pedirles a las lluvias que ya se retiren, que no siempre las lluvias les hacen caso, pero…

--El miedo en los niños como tema. En el momento en que tú piensas en escribir esta historia la planeas justamente en torno a este tema.

--Hay que hablar con los niños acerca del miedo un poco, o un mucho. Yo creo que todos somos susceptibles de sentir miedo, la función de éste es protegerte, pero cuando se le pasa la mano te atrapa y te paraliza, entonces tiene que sentirse, permitir que esté y también enfrentarlo. Para saber de qué estás hecho y a qué realmente le temes.

--Siendo historias previas a la cultura religiosa actual, ¿hay moraleja?

--Lo que pasa es que a mí no me gusta recargarme en la moraleja, cuando los niños me preguntan ¿cuál es la moraleja?, les digo que ninguna. Porque creo que la interpretación de todo libro es personal.

--Cuando escribes para niños y jóvenes sí tienes que partir, aunque sea de una manera empírica, de un cierto humanismo, porque es un público sensible, pero de ahí a señalar: esta es la moraleja, no. Que cada quién encuentre el significado que quiera.

--¿Falta formar en México una tradición literaria infantil?

--Falta consolidarla. Porque todavía no puede hablarse en México de un número de autores para niños como en países de habla inglesa, o como en Argentina. En esos países hay menos miedo a escribir, no sé por qué razón, escriben a veces cosas mucho más fuertes de lo que escribimos por acá.

¿Son más naturales? Desde hace mucho tiempo tienen un acercamiento mucho más fuerte a la literatura para niños y jóvenes, se dicen muchas más cosas. Aquí sí hay autores que están hablando de temas fuertes, debe haber de todo, porque los chavos lo están viviendo. Yo digo mucho que esta ya no es una infancia pasteurizada, los adultos, los editores sí tuvimos una infancia pasteurizada, las cosas se hablaban a puerta cerrada, había muchos filtros. Por miles de razones los niños ahora ya no viven así. Y además, sobre todo en las sociedades urbanas están muy solos. Siendo así, a mí me saca de onda que algunas editoriales todavía te dicen que no uses groserías.

No se trata de tener una boca de carretonera, pero los que dicen eso parece que no han estado en el patio de una escuela en recreo. Por otro lado, entre los niños y sus libros existen muchos filtros, están los papás, están los promotores, están los editores, las escuelas, no hay un trato directo. Estos intermediarios aconsejan qué temas no tratar. Le quita fuerza y es pasteurizar. Hay que avanzar en ese sentido para poder decir cualquier cosa. En México no existe la cultura de ir a la librería a escoger el libro que quiera, un porcentaje alto de compras de libros se realiza a través de las escuelas y las editoriales hacen sus prescripciones, deciden qué libros deben leerse desde primaria hasta secundaria. Por esta razón están muy limitados los temas y el lenguaje.

--Sobre el tema del abandono de los jóvenes en el libro Serendipias, aparece.

--Este es un tema que noto en la gente, además de que la historia me impactó mucho, porque las historias de este libro son todas reales, es una cuestión que viene siempre de muy atrás, el abandono en la infancia. Es un tema muy serio porque te marca toda la vida y está muy presente en esta sociedad. Y si no lo resuelves marca toda la vida. Como creadora me dio gusto darle al personaje la posibilidad de que lo enfrentara.

--El padre está ausente en dos de las historias…

--Porque México es una sociedad de mucha mamá y poco papá. Aunque en una de ellas es el abandono de la madre. Pero también mujeres que tienen que abandonar, que tienen que decidir.

--¿Entonces cómo puede, en esta historia tan dolorosa, haber una serendipia, en el sentido de ser un descubrimiento dichoso?

--Porque era algo que él necesitaba encontrar. Pero resuelve algo en su vida, se da cuenta de que el amor es algo que eliges dar. Esta historia tiene una hermana que está en el libro De paseo por otros mundos, que pronto saldrá; es también una historia de abandono y se titula “Anick”. Pero escribir la historia de Félix fue algo muy intenso, además terminé de escribirla durante las vacaciones de diciembre, lo cual la hizo más dolorosa. Me sentía como si hubiera subido al Everest, me dejó cansadísima.

Existe una carga muy fuerte de prejuicio contra la literatura juvenil, parece que no implicara los grandes temas, o que escribirla no significara un gran trabajo por parte del autor.

Existe --suma Norma-- un prejuicio contra los jóvenes porque no son adultos, se les desestima. Viven en una era de mucha soledad, de muchas cosas por procesar. Mi literatura es abrir una puerta que toma en cuenta su inteligencia y su sensibilidad, que dice aquí estoy para lo que quieras hablar.

Hacia el final de la entrevista, Norma vuelve al eje rector de estas tres historias contenidas en Serendipias. Las serendipias ocurren cuando estás buscando otra cosa, la cuestión es verla y atreverse.

Norma Muñoz Ledo, El señor Escolopendra. Ilustraciones de Luis San Vicente; Colección Mar Abierto. Editorial Pearson, México, 2016, 45 pp.

Norma Muñoz Ledo, Serendipias. Ilustraciones de Patricio Betteo. Colección Mar Abierto, Editorial Pearson. México, 2016. Pp. 173.

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