Serendipias, libro de cuentos en el que lo cotidiano se vuelve sorprendente



El que busca encuentra, dice la voz popular. Sentencia que es más bien advertencia de andarse con cuidado; una prevención. Pero, a veces, también encontramos sin buscar… Si, y sólo si el descubrimiento nos pone ante algo venturoso, es que hablamos de serendipias. Azar y destino enredándose.

Lo único que se pide es estar atentos para poder reconocerlas cuando ocurren, que es tal vez mucho más común de lo que nos imaginamos, porque suceden a partir de eventos muy sencillos y cotidianos. Como pasa en las historias del libro de Norma Muñoz Ledo, Serendipias.

Tres cuentos que se abordan desde el neorrealismo, porque hablan de búsquedas, de temas como la complejidad de la vida, el abandono, la esperanza. Y se inscriben también en el neorromanticismo al resonar en un fortalecimiento de lo humano y los valores, sin despegarse de la realidad de los mundos que en cada historia se despliegan.

Todo está listo para el fin de semana, los planes organizados y repasados. Las vacaciones tienen que inaugurarse con algún acto de rebeldía que ya espera para cumplirse el sábado. Pero cuando Noelia (Noe, por favor), corta la llamada con su amiga Jennifer, se topa con el cambio de planes. Resulta que su hermano Julián no tiene gripa, sino varicela. Adiós fin de semana y vacaciones sin obligaciones. Ahora tendrá que levantarse cada mañana a las 7:30 para llevar a pasear a Pruno, cuidando que el perro no se zafe y eche a correr…

Escondido detrás de los arbustos, aguarda el movimiento, que es si lo observas bien, la revelación de que en cada trazo que hacemos hay detrás un Sol, una montaña, un dragón; el sentido de la vida, la cultura que nos rodea y por supuesto el amor y lo que implica. Hay que ir con Noe y Pruno al parque para descubrirlo.

El causante de todo, el cuadro del bigotón, llegó a casa de Ronaldo porque su abuela Ofelia (que siempre estuvo enferma por culpa de los demás), se lo regaló a doña Olga, mamá de Ronaldo, poco antes de morir.

El retrato del tatarabuelo Ronaldo, con cara de cascarrabias, fue a parar al departamento de la familia que casi de inmediato entró en crisis. Al papá, don Félix, le cancelaron un trabajo muy grande de albañilería; la mamá, por andar siempre corriendo, se resbaló un día bajando del camión y tuvo que irse de incapacidad, dejando el trabajo de cocinera en un restaurante. La hermana decidió que no necesitaba seguir estudiando y a pesar del disgusto de los padres (y luego también del suyo propio), se metió a trabajar de niñera. A veces todo tiene que descomponerse para arreglarse, a veces un pelotazo dentro de un departamento puede llevarnos a una mina de 70 mil dólares, pero primero tenemos que aceptar todo lo que tiene que pasar…

Al fin tenía un trabajo con el que podía contribuir con los gastos de su casa. Iba a ser más pesado, porque estaba estudiando también su carrera, pero estaba contento, mientras esperaba a su novia Marina. Después de media hora de retraso recibió un mensaje de texto: Hola Félix! No voy a llegar hoy. Tengo muchas dudas respecto a nosotros. Ya no quiero seguir. Sintiendo helado el pecho, él le responde rogándole que por favor no lo deje, que la ama. “Tenían casi un año de novios. Félix estaba tan contento. Pero la felicidad se había evaporado de la noche a la mañana”.

El golpe del abandono, asfixiaba a Félix, le parecía que su vida era una repetición constante. Pero tenía que seguir. Ir a la universidad en la mañana, salir de ahí para ir a trabajar, comer un hot dog cerca de la tienda de telas, porque no le alcanzaba para más. Hasta que por una pareja de compañeros del trabajo se entera de que en el centro hay comedores públicos, que por una módica cantidad sirven comidas corridas, lo difícil es conseguir que te admitan, porque la demanda es grandísima. En lo que parece una feliz coincidencia se entera que hay una vacante en uno y allá va, a casa de Chabelita a pedir que lo admita como entenado. En su segundo día de cliente a Félix se le escapa una canica, que va a rodar hasta una habitación. Persiguiendo “La canica azul”, el protagonista descubre una foto suya… todos los vacíos toman forma.

Tal vez las serendipias nos enseñan que la felicidad siempre está lista para salirnos al paso en los actos más ingenuos, esos a los que no les prestamos atención. Pero algo es cierto, a veces es necesario decirnos: no busques, deja que te encuentre.

Norma Muñoz Ledo, nació en la Ciudad de México y estudió la licenciatura en pedagogía en la Universidad Panamericana. Posteriormente realizó una maestría en Literatura Infantil en la Universidad de Warwick en el Reino Unido. Ha sido guionista en Canal 11 de las series Bizbirije,Camino a casa y Azul, mi gran amigo. Colaboró en el mismo canal y con Nao Films en el desarrollo de las series: Cuentos de pelos y Fonda Susilla. En 2004 el Canal 11 adaptó para el especial navideño, su libro: El nuevo restaurante de Pierre Quintonil. Ha sido profesora en el diplomado de literatura infantil de la Universidad Iberoamericana. Becaria de la generación 1997-1998 de Jóvenes Creadores del Fonca en cuento. En 1992 recibió el Premio Antoniorobles porProvolone y Gorgonzola. Es miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte. Cuentos suyos han sido incluidos en varias antologías entre las que destacan Los porqués de la Navidad, Selecciones del Reader´s Digest , 2005, y De los pies apestosos a las papas fritas…y otras curiosidades, Kirén Miret, Ediciones SM, 2012.

Norma Muñoz Ledo, Serendipias; ilustrador, Patricio Betteo; Pearson, México, 2016, 176 pp.

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