Un escritor sirve para engrandecer al ser humano: Sergio Galindo

La gran ventaja de la novela es no tener la presión de que tiene que acabar o no: puede seguir creciendo y después se le puede quitar todo lo que uno quiera y se puede tener libertad absoluta en el manejo del tiempo, decía el narrador Sergio Galindo (Xalapa, Veracruz, 2 de septiembre, 1926 – 3 de enero, 1993), quien se definía como “un novelista empedernido” e incluso, en una entrevista con Martha Cantú, confesó que se sentía más a gusto en este género.

Este 2 de septiembre, a 90 años de su natalicio, el creador es recordado como un escritor indispensable de la literatura mexicana que, en palabras del crítico Emmanuel Carballo (Guadalajara, Jalisco, 2 de julio, 1929 - Ciudad de México, 20 de abril, 2014), “era el que mejor sabía contar sus anécdotas, con una facilidad que no se aprende en los manuales de perceptiva literaria”.

En un texto publicado en el Diario de Xalapa en 2009, el escritor Raúl Hernández Viveros apuntó: “En las páginas deOtilia Rauda, su obra maestra, Sergio Galindo Márquez pudo demostrar el verdadero sentido de la literatura, igual como lo planteó en su momento. “Me da más por la tragedia, quizá porque ha sido más próxima a mí o tal vez porque no tengo la vena necesaria para hacer reír, cosa saludable y envidiable. Así, pues, un escritor, un artista, un intelectual sirve para engrandecer al ser humano".

Sergio Galindo inició su carrera literaria a los 25 años con la publicación del libro de cuentos La máquina vacía(1951). En 1959 escribió su primera obra extensa: La justicia de enero.

“Desde que recuerdo, mi mayor distracción fueron los cuentos. Perseguía a toda la gente grande: Cuéntame un cuento. Yo les decía a los mayores que iba a escribir, pero con un poco de bochorno porque parecía algo casi prohibido”, le comentó a la periodista y escritora Elena Poniatowska en una entrevista para el periódico Novedades, en 1961.

También publicó la colección de cuentos ¡Oh, hermoso mundo! en 1975 y en ese año El hombre de los hongos, la cual fue llevada al cine por Roberto Gavaldón.

Autor de cuatro libros de cuentos y nueve novelas, varios de ellos traducidos al inglés, polaco, francés y alemán,
realizó adaptaciones para teatro, como Este laberinto de hombres y Un Dios olvidado, de Francois Mauriac (1885-1970).

Fue reconocido con los premios Mariano Azuela (1984), Bellas Artes de Literatura (1984), Xavier Villaurrutia (1986) -por la novela Otilia Rauda- y José Fuentes Mares (1987), además fue miembro de número de la Academia Mexicana de la Lengua al ocupar la silla XXVI.

El portal bellasartes.gob.mx destaca otras condecoraciones, como el

Honorary Officer of the Most Excellent Order of the British Empire (1975), de Gran Bretaña; Méritos en la Cultura (1976), de Polonia; y la Orden de la Estrella (1977), de Yugoslavia.

Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Galindo fue jefe del Departamento Editorial de la Universidad Veracruzana, donde fundó la revista La Palabra y el Hombre.

De acuerdo con el escritor Raúl Hernández Viveros, “su proyecto esencial fue la creación de la revista La Palabra y el Hombre, órgano de divulgación de trabajo de investigación, creación literaria y crítica de arte en general. Sin duda alguna, en cada número de La Palabra y el Hombre permanecen las aportaciones de los principales escritores de América Latina y España. Están los primeros poemas de Octavio Paz, algunos ensayos de Ernesto Cardenal, un texto de Julio Cortázar. Y las investigaciones de nuestros antropólogos, historiadores, filósofos y académicos vinculados con el quehacer de la difusión cultural”.

Entre sus cargos públicos, destaca haber estado al frente de la Dirección General de Divulgación de la Secretaría de Educación Pública, fue subdirector del Instituto Nacional de Bellas Artes y director de éste de 1974 a 1976.

Sergio Galindo falleció el 3 de enero de 1993 a causa de enfisema pulmonar.

En 2006, la Universidad Veracruzana y su Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) establecieron un premio anual para las primeras novelas de autores latinoamericanos, llamado el Premio Latinoamericano de Primera Novela Sergio Galindo.

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