La poesía de Xavier Villaurrutia inauguró en el ámbito de la tradición lírica mexicana la modernidad: Gonzalo Celorio

 La muerte, el amor, el miedo, la tristeza, el dolor, el deseo, los sueños, la soledad, los viajes, el paso del tiempo fueron algunos de los temas abordados en la obra del poeta, crítico literario y dramaturgo Xavier Villaurrutia, de quien este 25 de diciembre se cumple su 66 aniversario luctuoso. 

De acuerdo con el narrador, ensayista, cronista, profesor, doctor en letras y miembro de la Academia Mexicana de la Lengua, Gonzalo Celorio, los temas de la obra Xavier Villaurrutia son los universales de la poesía, particularmente los que trataron los románticos y surrealistas: el sueño, la muerte, el miedo y la angustia.

“Por eso su poesía es de las más ricas de la historia de la tradición lírica mexicana. Él habló del pudor, del silencio, la comprensión y creo que eso es su gran aportación: detectar que la poesía mexicana se caracteriza por su temática y no por su nacionalismo exacerbado. La poesía mexicana tiene que ver con un tono, timbre, una modulación íntima, silenciosa y como decía Xavier, los mexicanos no saben hablar muy bien, pero en cambio saben callar de manera excelente.

“Se trató de un poeta que definió la poesía mexicana por características que no eran las que predominaban en su momento y que él rastreó desde la época colonial hasta sus días. Decía que la poesía mexicana si pudiera tener un color sería el de la perla y si tuviera una hora sería la del crepúsculo, de manera tal que habla pues de una intimidad, una contención, un amor por la forma, que son las que caracterizan según él, a la poesía mexicana”.

Xavier Villaurrutia nació en la Ciudad de México el 27 de marzo de 1903 y murió el 25 de diciembre de 1950. Estudió en la Escuela Nacional Preparatoria y de ahí pasó a la de Jurisprudencia, la cual abandonó para dedicarse completamente a las letras.

Al lado de Salvador Novo fundó la revista Ulises (1927-1928) y fue miembro destacado del grupo literario y de la revista Contemporáneos (1928-1931). Además colaboró en Letras de México (1937-1947) y El Hijo Pródigo (1943-1946).

Junto con Jaime Torres Bodet, Carlos Pellicer, Bernardo Ortiz de Montellano, José Gorostiza, Enrique González Rojo, Gilberto Owen, Octavio G. Barreda, Julio Jiménez Rueda, Manuel Rodríguez Salgado, Celestino Gorostiza y Julio Castellanos fundó el Teatro Ulises, de carácter experimental, con actores no profesionales.

Becado por la Fundación Rockefeller, estudió arte dramático en la Universidad de Yale (1935-1936). Enseñó literatura castellana y mexicana en las escuelas Preparatoria y de Verano de la Universidad Nacional Autónoma de México, fue jefe de la sección de Teatro del Departamento de Bellas Artes y realizó traducciones de escritores como Chéjov, Lenormand, Gide, Blake y Romains.

“Fue una figura, una de las cabezas más importantes, líder y una especie de renovador dentro de Los Contemporáneos. También era un extraordinario poeta, guía intelectual y un hombre dedicado a una gran poesía muy delicada, sutil. Además conozco incluso sus obras de teatro y sus reseñas de cine que son asombrosas”, detalló el novelista, cuentista, ensayista, editor y catedrático Hernán Lara Zavala. 

Xavier Villaurrutia escribió poesía, ensayos, crítica, prosa y teatro. Destacan sus primeros poemas En la tarde que muere, Como barca en un lago, Tinta China, Le pregunté al poeta, Se necesita luz, Midnight, Inquietud, Ya mi súplica es llanto, La bondad de la vida y El viaje sin retorno.

Estas obras dieron paso a sus series de poemas más trascendentes en la literatura mexicana: Reflejos (1926), Nostalgia de la muerte (1938) y Canto a la primavera y otros poemas (1948).

Asimismo escribió ensayo, destacando La poesía de los jóvenes de México (1924); textos de crítica como El retrato (1947) y Textos y pretextos (1949) y su prosa Dama de corazones (1928).

El teatro fue para Xavier Villaurrutia otra pasión. En su juventud se esforzó por dar a conocer autores modernos, estadounidenses y europeos. Después, en el experimental Teatro Orientación presentó sus primeras obras: Parece mentira (1933) y ¿En qué piensas? (1934), preámbulo de obras mayores: Ha llegado el momento (1934), El ausente (1943), La hidra (1941), Invitación a la muerte (1944), El verbo candente (1945), El solterón (1945), Tragedias de las equivocaciones (1951) y La mulata de Córdoba (1948).

Para Gonzalo Celorio se trata de obras de un gran poeta que participó de manera muy notable y significativa en la revista Contemporáneos y que desempeñó una vida pública e intelectual significativa en sus conferencias.

“La significación más importante de su obra tiene que ver con la poesía que en mi opinión fue la que inaugura, en el ámbito de la tradición lírica mexicana, la modernidad. Es un poeta que no sólo escribió poesía, sino que reflexionó a propósito de ella, que incorporó las nuevas corrientes entonces en boga importantes de las vanguardias europeas, entre otras, el surrealismo, aunque nunca incurrió en el automatismo y la irracionalidad propia del movimiento encabezado por André Breton, pero sin lugar a dudas recibió esta impronta, importantísima, de los movimientos de Vanguardia.

“Su obra es breve, cabe toda en un volumen. Yo me quedo con Nostalgia de la muerte, con sus nocturnos, que me parece que es su obra culminante aunque no haya sido la primera ni la última. Reúne los poemas de Villaurrutia más importantes y portentosos, que son obras que hay que leer, releer y sentir porque nos abren un universo de intimidad, fascinación, angustia, duda, medios tonos que son realmente formidables. Villaurrutia a pesar de su gran calidez, es el poeta que ha podido penetrar con mayor hondura en la frialdad de los sentimientos humanos”. 

Para Hernán Lara Zavala destaca la obra Dama de corazones “una novela rara que yo publiqué cuando dirigí una colección que le puse Relato Licenciado Vidriera, que presentaba novelas breves, porque era una novela anti-novela por decirlo así”. 

Para el periodista, crítico y especialista en literatura Javier Aranda Luna, se trata de obras que muestran la incursión que tuvo Xavier Villaurrutia en el mundo surrealista y que nos hacen crear o imaginar imágenes y personajes poderosos y que atraen mucho.

“Ha escrito tres o cuatro poemas memorables y es cierto, pero tiene muchos otros que sin serlo, en el sentido clásico, se le quedan a uno prendidos en las orejas ya que tienen un poder magnético porque sus imágenes muchas tienen que ver con la muerte que es el contraste de la vida que tenemos cotidianamente.

“Me interesa su poesía, quizá a algunos el crítico de artes plásticas y de cine, pero yo creo que el personaje central o que subsiste en todas las áreas de la escritura que tiene es Xavier Villaurrutia poeta. Para mí destaca Nostalgia de la muerte que es una obra que se le queda a uno atrapado en la cabeza sin saber por qué, aunque creo que es por la sonoridad de los versos y de esas imágenes que nos invitan y hacen participar de la emoción que nos comparte y hacer escuchar y ver Villaurrutia”.

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