Falcotitlan / SISMOS (II PARTE)

Hugo Alberto Falcón Páez



La Tierra nos mueve y nosotros a ella no.


En la primera parte de esta columna, escribimos acerca de la Tierra, así como de los fenómenos que de ella emanan. Los protagonistas de historias y víctimas de siniestros memorables. Un repaso de lo que vivieron, vivimos y vivirán. Seguimos en el 2010, ya que el 9 de enero, un fuerte sismo de 6.5 grados Richter hizo temblar el norte de California, a las 06:27 de la tarde; arqueó desde la zona de San Francisco hasta el Sur de Oregon. Haití ese mismo año no imaginaba que el 12 de enero a las 9 y 53 minutos de la noche de un martes, sería sucumbido ante el terremoto de al menos 7 grados en escala de Richter; este país pobre dejó imágenes terribles por muchos meses, el seísmo provocó el derrumbe de edificios públicos tales como parques, viviendas, centros comerciales, escuelas, el Palacio Nacional, terrenos altos y bajos, así como la sede de la ONU, la Catedral y parte del Parlamento.


El primer ministro Jean-Max Bellerive, calculó más de 100 mil muertos y miles de desaparecidos, el mundo le tendió la mano sin saber que algo peor estaba por venir: El terremoto de Chile, ocurrido a las 03:34 del sábado 27 de febrero de 2010. Alcanzó una magnitud de 8.8 grados. El epicentro se ubicó en el Mar Chileno, frente a las localidades de Curanipe y Cobquecura, tuvo una duración de 2 minutos 45 segundos, al menos en Santiago. Fue percibido en Buenos Aires y São Paulo. Cabe agregar que un fuerte tsunami impactó las costas chilenas como producto del terremoto, destruyendo varias localidades ya devastadas por el impacto telúrico, dejó cerca de 20 mil muertos y más de 5 mil heridos. Y bien, en 2011 un terremoto y tsunami en Japón se presentó con una magnitud 9.0 grados y creó olas de maremoto de hasta 10 metros. El terremoto ocurrió a las 02:46 del viernes 11 de marzo; el epicentro del terremoto se ubicó en el mar, frente a la costa de Honshu. La magnitud de 9.0 lo convirtió en el terremoto más potente sufrido en ese lugar hasta la fecha, así como el cuarto más potente, cabe anotar que este país tiene un registro de más de 600 seísmos anuales.


Esto me pone a pensar si más allá de la inversión multimillonaria, más allá de intereses políticos, privados, abusos, engaños, falacias y mentiras, el dinero no valga la cantidad de muertes que puede haber si un sismo se presenta en el puerto, en este estado, por eso de los epicentros. Ya que extranjeros así como nacionales, señalan en estudios que el eje de la Tierra está alterado a raíz de la larguísima lista de sismos acontecidos, es vital saber que un peso de más puede “reventar” las placas tectónicas y generar en El Círculo de Fuego, Placa de Cocos y Falla de San Andrés. Una “avalancha” de rocas, minerales, tierra, arena, agua, basura, desechos y llevarse a miles de personas y viviendas. Un peso de más indican los científicos, puede ser una presa hidroeléctrica, e incluso, pruebas nucleares pueden provocar sismos inducidos. Es por ello, que es ultra urgente dar a conocer que estos cambios son graduales, no quiero pensar que la avaricia y el encanto de la estupidez deje a flor de piel este latente peligro. Sin embargo, no se puede predecir, pero es puntual informar que científicos de Taiwán han creado un dispositivo que puede detectar un temblor antes de 30 segundos; el aparato de bajo presupuesto puede detallar la velocidad y magnitud del fenómeno. Es entonces, que muchas agrupaciones, empresas y gobiernos trabajan y actúan para “salvar”, o detener, el impacto del calentamiento global, el descongelamiento polar, el deterioro de la capa de Ozono, la escasez de agua, árboles y especies. Hay que ver por el futuro de nuestra biósfera, más allá de todo mal o bien, primero está el no dañar a la gente, no provocar ni dejar de lado a la vida, la naturaleza es el curso de la Tierra, el curso natural de un sismo.


En mi país, la Secretaría de Defensa Nacional, la Secretaría de Marina, la Coordinación Nacional de Protección Civil de la Secretaría de Gobernación, así como la inacción del Centro Nacional de Prevención de Desastres, deja mucho qué desear. Volvió a ocurrir como hace más de tres décadas, el escenario cambió de actores. El cuestionamiento absoluto va más allá, qué hacemos por nosotros, qué hacemos por las generaciones, qué hacemos por la Tierra. La respuesta, usted la sabe.

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