Falcotitlan : 2017

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Hugo Falcón Páez


Un gran año es el reflejo de una gran persona.


Basándonos en el calendario gregoriano, nuevo o renovado. Tenemos que el 2017 es un año con 365 días. El calendario que nos rige fue denominado por su promotor el papa Gregorio XIII, el Vicario de Cristo promulgó el uso de éste por medio de la bula (documento pontificio) Inter Gravissimas, el cual vino a sustituir en 1582 al calendario juliano, usado por Julio César al instaurarlo en el año 46 a. C. Este año conmocionó al mundo, con personajes como Donald Trump, Vladimir Putin, Kim Jong-un, José Antonio Meade, Enrique Peña Nieto, o los eventos naturales en Oaxaca, Puebla, Guerrero, Veracruz, Ciudad de México. Debates políticos y sismos, inundaciones y el inicio de las precampañas en nuestro país. En fin. Seguimos siendo centinelas de sueños y fantasías, arquetipos sociales y económicos, iniciativas culturales y ambientales. Una realidad que dista de uno y otro individuo. 


Celebrar ha sido un patrimonio del hombre y la mujer, quienes buscan sellar un evento en el tiempo, y sea referente o memoria universal. La exactitud es paradójica y surreal, ya que por ejemplo, de acuerdo al romano Ovidio, a través de un calendario poético llamado Fastos, describe las diversas fiestas romanas y leyendas relacionadas con cada una de ellas. En su mayoría de carácter religioso. Del libro que escribió el vate, sólo se conservan seis tomos de los que escribió por cada año. Las feriae (fiestas) eran ceremonias en que la asistencia era pública, pero no obligatoria. El comercio, el trabajo y los procesamientos eran interrumpidos, a excepción de las obligaciones de los esclavos y algunos animales. Ovidio escribió un legado de letras, tal como Las Metamorfosis, en el cual en quince libros narra la historia del mundo desde su creación hasta la deificación de Julio César, mezclando mitología y hechos. El Feriae latino era anual, y se honraba en el monte Albano. La fijaban los cónsules entrantes, en el Senado, quienes convocaban en el templo de Júpiter Óptimo Máximo, para festejar al dios Júpiter Latiaro. Así como ese elogio, quedó la influencia del festival del nacimiento del Sol Incosquitado (Dies Natalis Solis Invicti), que alababa cuando la luz del Astro Rey aumentaba después del Solsticio de Invierno, en alusión al “renacimiento” del Sol. Tal signatura quedó del 22 al 25 de diciembre, en los Fastos.


Tal como las culturas maya, azteca, olmeca, inca, egipcias, hindú, indoeuropea y semita, escandinava, mesoamericana, china, japonesa. Cualquiera que se tome a lectura y sumo estudio, se tiene un denominador común. La historia del ser humano que se enriquece y se convierte en la polisemia que interpreta todo, aquello que gira alrededor nuestro, dentro y fuera de la Tierra.


Retomo en esta ocasión el Bushido, literalmente traducido como “El Camino del Guerrero“, el cual se desarrolló en Japón entre las eras Heian y Tokugawa (S.IX-XII). Era un modo de vida y un código para el samurai, una clase de guerreros similar a los caballeros medievales de Europa. Estaba influenciado por el Zen y el Confucionismo, dos diferentes escuelas de pensamiento de esos periodos. El Bushido pone el énfasis en “Lealtad, auto-sacrificio, justicia, sentido de la vergüenza, modales refinados, pureza, modestia, frugalidad, espíritu marcial, honor y afecto”; “Un hombre hace lo que puede hasta que se le revela su destino”. El Código de Bushido: Estos son los siete principios que rigen el código de Bushido, la guía moral de la mayoría de samurai de Rokugan. Ser fieles a él y vuestro honor crecerá. Rompedlo, y vuestro nombre será denostado por las generaciones venideras.



1. GI (Honradez y Justicia). Sé honrado en tus tratos con todo el mundo. Cree en la Justicia, pero no en la que emana de los demás, sino en la tuya propia. Para un auténtico samurai no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto; 2. YU (Valor Heroico). 
Álzate sobre las masas de gente que temen actuar. Ocultarse como una tortuga en su caparazón no es vivir. Un samurai debe tener valor heroico. Es absolutamente arriesgado. Es peligroso. Es vivir la vida de forma plena, completa, maravillosa. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución; 3. JIN (Compasión). Mediante el entrenamiento intenso el samurai se convierte en rápido y fuerte. No es como el resto de los hombres. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla; 4. REI (Cortesía). Los samurai no tienen motivos para ser crueles. No necesitan demostrar su fuerza. Un samurai es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no somos mejores que los animales. Un samurai recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás. La auténtica fuerza interior del samurai se vuelve evidente en tiempos de apuros; 5. MEYO (Honor). El Auténtico samurai solo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que tomas y cómo las llevas a cabo son un reflejo de quien eres en realidad. No puedes ocultarte de ti mismo; 6. MAKOTO (Sinceridad Absoluta). Cuando un samurai dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de “dar su palabra.” No ha de “prometer.” El simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y Hacer son la misma acción; 7. CHUGO (Deber y Lealtad). Para el samurai, haber hecho o dicho “algo”, significa que ese “algo” le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurai es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel. Las palabras de un hombre son como sus huellas; puedes seguirlas donde quiera que él vaya. Cuidado con el camino que sigues.

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