Falcotitlan: NATIVIDAD

Hugo Alberto Falcón Páez


Días vendrán, personas y lugares.

La Nochebuena se celebra la noche del 24 de diciembre, víspera del día de Navidad, el cual todos ubicamos el 25 de diciembre. Aunque las costumbres varían de unos países a otros, es común una reunión familiar para cenar e intercambiar obsequios y tener un encuentro feliz, de cariño y bondadoso. Nochebuena, es la solemnidad cristiana de la noche en que nació Jesús. Se considera como una fiesta de carácter cultural, ya que también se reúnen parientes y amistades, aunque no haya celebración religiosa.

La Navidad es un símbolo, una liturgia que se ha encarnado en los pueblos. Estos días pretenden por siempre unir, como se tratara de desconocidos que han olvidado su camino, su hogar, hermanas, hermanos, padres, madres, hijas, hijos, esposos. Más allá de lo que se pueda creer, se debe tener en la mente que el dios tiempo nos celebrará de alguna u otra manera. No importan ni los calendarios, ni los recintos, ni las sagradas escrituras. Importa uno. Todo lo que constituya bien para sí mismo y la humanidad, para conservar el patrimonio de nuestra entidad en el Universo, es la industria que revoluciona y evoluciona en una civilización. Lo demás es historia, criterios, opiniones, la oferta y demanda de algo que puede venderse o comprarse. Son como el diablo, la muerte y cada aliento de los perversos, de las obsesiones y celos que cada ente pueda escupir.

Celebrar que estás vivo al observar el firmamento y la luz del Sol, ¿no te hace razonar? Por ello te invito a que diseñes benevolencia, no te dañes ni dañes, la máxima que emana desde la morada de los nuevos significados. Los problemas se edifican a través de un sistema que nos ata, esclavos del miedo, sólo es relevante la supervivencia, el trabajo y el dinero. Asumimos tener prioridades cuando atacamos diversos especímenes, cuando devoramos este planeta, cuando matamos todo. La voluntad estriba en dar la mano y estrecharla tan fuerte, para que se comunique tu esencia, y no mentir como un pecado capital o verbalizar la real y absoluta verdad.


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