Alfredo Nava Pérez
Ahogadas en un profundo silencio se encuentran las miles de
voces que defendieron lo indefendible. No hace mucho, apenas 5 meses atrás, se
pronunciaban apasionadamente en favor de la gestión de Ángel Aguirre Rivero.
Colgaban mantas de agradecimiento en la av. Costera Miguel Alemán, daban
conferencias de prensa conjuntas las cámaras empresariales del puerto y del
Estado, e incluso, transportistas organizaban manifestaciones para contener al
movimiento social que se gestó en el mes de octubre del año pasado, como
consecuencia de la desaparición de 43 estudiantes de la Normal de Ayotzinapa,
que exigía la destitución inmediata del ex gobernador del Estado por su
corresponsabilidad en el caso y por muchos otros delitos detectados en su
administración. Sin embargo, ellos, los cercanos al Aguirrismo y sus
beneficios, optaron por la negación de la realidad y emprendieron una defensa a
ultranza de aquel que por vanidad se hizo llamar el Ángel de Guerrero. Hoy que
la Auditoria Superior de la Federación ha destapado la red de corrupción en el
periodo de gobierno de Aguirre Rivero y se han comprobado desvíos millonarios
de recursos públicos que fueron a parar a cuentas bancarias de sus amigos Hughes
y de su propio hermano Carlos Mateo, entre muchas otras irregularidades en las
finanzas de la entidad, nadie ha tenido la osadía de manifestarse en apoyo al
ex gobernador.
Ni la CANACO, COPARMEX, CANACINTRA, ni las organizaciones de
transportistas que recibieron cientos de concesiones nuevas, ni los políticos como
Sofío Ramírez y Luis Walton, que le profesaron lealtad incondicional, han dicho
absolutamente nada. Ahora todos callan, marcan distancia, hacen lo
políticamente correcto para acomodarse en las posiciones de poder del siguiente
periodo legislativo y de gobierno.
Cuánto cambiaron las cosas en Guerrero, el escenario político
ha dado varios vuelcos. El primero después de los terribles acontecimientos de
Iguala, el 26 de septiembre de 2014; el segundo con la renuncia de Ángel
Aguirre al gobierno del Estado; el último y al parecer definitivo, el
aniquilamiento del Aguirrismo (por lo menos en este proceso electoral de 2015)
orquestado por el gobierno federal y el priismo local, vía la Auditoria
Superior de la federación. Pasamos, como en un juego de pirinola, de “TOMA
TODO”, en donde las candidaturas a diputados, presidencias municipales y a la
gubernatura parecían beneficiar a su grupo político Izquierda Progresista de
Guerrero; a “PIERDES TODO”, situación en la que le arrebataron el control al
interior de las corrientes perredistas locales, detuvieron a su hermano Carlos Mateo, quien
permanece recluido en el penal del Altiplano y su hijo fue forzado a bajarse de
la contienda por la presidencia de Acapulco. Con todo este golpeteo, el ex
gobernador se desplomó súbitamente, y literalmente, el PRI consiguió un
knockout fulminante en contra del Aguirrismo.
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Ay Aguirre, nunca te imaginaste que morder la mano de quien
te hizo gobernador interino en la década de los noventa, te iba a costar más
caro que tu ambición y tus caprichos.
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