Carlos Reyes Romero
“Todo es según el cristal con que se mira”
De la sabiduría popular.
En México el boom de la política social arrancó propiamente el
2 de diciembre de 1988 con el Programa Nacional de Solidaridad,. Ciertamente ya
anteriormente hubo algunos programas sociales como el Plan Nacional de Zonas
Deprimidas (COPLAMAR), pero ninguno había tenido la magnitud, la preponderancia
ni el objetivo declarado de erradicar la pobreza, que desde entonces asumieron los
programas derivados del Pronasol.
Desde aquellos días se han ensayado distintos y diversos
programas que afirman tener tal objetivo. Algunos han cambiado sucesivamente de
nombre cada sexenio, como Progresa-Oportunidades-Prospera, pero su esencia es
la misma: allegar recursos económicos a determinados sectores sociales para que
sobrevivan al capitalismo salvaje que los tecnócratas y neoliberales del PRI,
del PAN y del PRD le han impuesto al país.
El fracaso del asistencialismo ha sido tan estruendoso, que
ya de plano la clase política dominante se ha olvidado de la superación o combate
a la pobreza, para centrar todo el esfuerzo y la orientación de la política
social en evitar que la gente se muera de hambre, de ahí la Cruzada Contra el
Hambre.
Sin embargo la realidad es más terca que los buenos
propósitos de algunos idealistas y los reiterados engaños del gobierno. El
principal depredador social, el que más estragos ha hecho en la cohesión social
del país es el modelo económico imperante, la política económica que desde hace
más de tres décadas le han impuesto a México el Fondo Monetario Internacional,
el Banco Mundial y los Estados Unidos, con la plena complacencia de quienes
mandan en México y el vergonzoso consentimiento de una clase política agachona
y sodomizada.

Lo más grave es que a pesar de los poco más de 25 años de
crecientes y sostenidas inversiones públicas para superar o combatir la pobreza,
ésta reaparece una y otra vez con formas nuevas y en más y más familias
mexicanas.
No puede ser de otra manera mientras se mantenga la actual
política económica que cada día hunde y condena a más y más mexicanas y mexicanos
a la pobreza alimentaria, los bajos ingresos y los enfrenta al persistente y
paulatino incremento de las carencias y rezagos sociales, mientras el grueso
fundamental de la riqueza se concentra en apenas 39 familias, que tienen más
ingresos que la mitad de los mexicanos y mexicanas.
De ello nos da cuenta el reciente informe “Medición de la
Pobreza en México y en las Entidades Federativas 2014”, que apenas el pasado
jueves 23 de julio dio a conocer el Consejo Nacional de Evaluación de la
Política de Desarrollo Social (CONEVAL).
Veamos. De 2010 a 2015, la población en situación de pobreza
aumentó de 52.8 a 55.3 millones de personas; de ellos, los mexicanos en pobreza
extrema disminuyeron en 1.5 millones de personas al pasar en el mismo lapsos de
12.9 a 11.4 millones, de los cuales 90 mil corresponden al sexenio de Peña
Nieto; pero en el mismo lapso aumentaron en 4 millones los mexicanos en pobreza
moderada al pasar de 39.8 a 43.8 millones.
La secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles Berlanga,
afirma que esto es un gran logro. ¿Será? ¿No tendrá que cambiar el color de sus
lentes o cuando menos darles una lavadita?
Conforme a los datos que presenta este informe del CONEVAL
resulta que la población vulnerable por carencias sociales es de 31.4 millones
de mexicanos. Si sumamos esta población con la población en situación de
pobreza (55.3 millones) nos da ni más ni menos que 86.7 millones de mexicanos.
Recuerden bien la cifra.
Para entender qué significa esto, debemos tomar en cuenta
otros elementos del informe del CONEVAL, relativo a la población con ingresos
inferiores a la línea de bienestar mínimo y la que percibe ingresos inferiores
a la línea de bienestar.
Para 2014, quienes tienen ingresos inferiores a la línea de
bienestar mínimo eran 24.6 millones y la población con ingresos inferiores a la
línea de bienestar ascendía a 63.8 millones de personas; en total 88.4 millones
de mexicanas y mexicanos con ingresos inferiores, en conjunto, a la línea de
bienestar.
Por cierto, esta última cantidad rebasa en 1.7 millones de
personas a las que se encuentran en situación de pobreza o son vulnerables por
carencias sociales (86.7 millones) y afecta por consiguiente al siguiente
nivel; el de la población vulnerables por ingresos, que abarca a 8.4 millones
de personas.
Pero seguiremos sin entender qué significa esto, sino
conocemos qué son la línea de bienestar mínimo y la línea de bienestar, con qué
se comen.
En los “Lineamientos y criterios generales para la
definición, identificación y medición de la pobreza”, publicados en el Diario
Oficial de la Federación el 16 de junio de 2010, se dice que: “La línea de
bienestar hace posible identificar a la población que no cuenta con los
recursos suficientes para adquirir los bienes y servicios que requiere para
satisfacer sus necesidades (alimentarias y no alimentarias). La línea de
bienestar mínimo permite identificar a la población que, aun al hacer uso de
todo su ingreso en la compra de alimentos, no puede adquirir lo indispensable
para tener una nutrición adecuada”.
Es decir que en los dos casos sus ingresos no les alcanzan
para tener una vida medianamente digna.
Continuamos: Dice el DOF: que para estimar el ingreso de las
personas en áreas rurales y urbanas “se definieron dos canastas básicas, una alimentaria
y una no alimentaria” (y que) “A partir de estas canastas básicas se determina
la línea de bienestar (equivalente a la suma de los costos de la canasta alimentaria
y no alimentaria) y la línea de bienestar mínimo (equivalente al costo de la
canasta alimentaria).” ¿Fácil, no?
¿Qué contienen y cuánto valen las canastas básicas? En
nuestro auxilio el CONEVAL elaboro una meticulosa base de datos que permite saber
cuál es el contenido y costo de la canasta alimentaria y de la no alimentaria,
mes con mes, desde 1992 hasta 2015.
El costo de la canasta alimentaria para julio de 2015 está
establecido en $898.78 pesos mensuales por persona para el área rural y en $1,281.05
pesos mensuales para la urbana. Para mi gusto y experiencia está muy castigada.
El costo de la canasta no alimentaria quedó establecido en $759.80
pesos mensuales por persona para el área rural y en $1,313.78 pesos mensuales
para la urbana. También está muy castigada. Un ejemplo: este indicador considera
$230.25 pesos mensuales para gasto en transporte público en áreas urbanas, cuando
en Chilpancingo se pagan mínimamente $10 pesos diarios de transporte (ida y
vuelta) y en Acapulco $14 pesos.
La línea de bienestar varía entonces de $1658.58 pesos
mensuales para el área rural a $2594.84 pesos mensuales por persona para la
urbana. Mientras que el salario mínimo vigente en las áreas rurales es de $68.28
pesos diarios, $2048.40 mensuales; y para algunas de las urbanas de $70.10
diarios, es decir $2103.00 pesos mensuales.
O sea que 63.8 millones de mexicanas y mexicanos que viven
en la línea de bienestar, tienen ingresos menores a 1.23 salarios mínimos,
Los otros 24.6 millones de mexicanas y mexicanos que viven
en la línea de bienestar mínimo, tienen ingresos menores a 1.59 salarios
mínimos.
Es increíble, pero 88.4 millones de mexicanos viven con
menos de 2 salarios mínimos.
Que el número de mexicanas y mexicanos que viven en esta
circunstancia haya disminuido, según sus propios datos, en los dos últimos años
en 1,122 personas, puede parecerle un alto logro a la secretaria de Desarrollo
Social, pero es una burla para el cada vez más empobrecido pueblo mexicano.
¡Es una chulada de maíz prieto, este informe de la CONEVAL!
Ahí está lo fundamental de lo que Usted necesita saber sobre la pobreza en
México.
¡Chéquelo, le va a abrir muchas luces y sobre todo le
permitirá conocer más a detalle la triste realidad de nuestro México!
Julio 26 de 2015
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