Evodio, “el joven Hamlet”

Tercera Vía : Ernesto Rivera Rodríguez

En el plano de la política local, no solo vemos el desplazamiento de las tortuosas oligarquías, moldes burocráticos de la gárgola priísta que dominó el escenario de la política en Guerrero, durante más de setenta años, sino que además como el mito de “Sisifo” de Albert Camus, la sociedad parecía estar condenada a cargar el “bulto” cada sexenio, y en el caso de Acapulco, cada “trienio”, para volver a empezar al final del mismo.

Los cambios ya entrado el siglo XXI, trajeron más incertidumbres que certezas, donde la cantidad y calidad de las decisiones políticas, fue la norma de la falta de las mismas, debido entre otros elementos a la falta de organización popular, cuya débil influencia permitió el hartazgo de las cúpulas gobernantes, considerando a la entidad y al municipio de Acapulco, en una masa gris de ciudadanos más o menos ignorantes instalados en el caduco casco de una ciudad sin planeación y suburbios olvidados de los servicios más básicos, y ya ni que hablar de las zonas rurales literal y técnicamente abandonados. Donde se sigue cocinando la presión social, el la diferencia, y la organización y demandas abiertas por la exigencia de profundos cambios.

En el caso de Acapulco, el avance de la transformación social, elevo a su administración política a experimentos políticos que terminaron en el basurero de la decepción como fueron el caso de Félix Salgado Macedonio y Manuel Añorve Baños, los que se hundieron en su propia sinrazón convirtiendo a la “cosa pública” en un humo que salía del vaho de sus miserias políticas.

Su carácter plutocrático, no salvo a Luis Walton Aburto quien se vio invadido en su administración por las desmesuras y la ambición del ex gobernador defenestrado Ángel Aguirre Rivero, lo que llevó a escuchar el grito de Evodio Velázquez Aguirre: ¡un caballo, un caballo! ¡la alcaldía por un caballo!, y con el: ¡No me dejo!, al parecer desde un principio por su falta de lógica, y sobre todo de posibilidades.

Pero Evodio, como el “joven Hamlet”, no se amilanó, ante las furias del destino, de los poderosos, no del Reino de Dinamarca, sino del poder y la locura “aguirrista”, convirtiendo sus retos en una dicotomía entre, el todo y la nada.

Evodio superó su propio desatino, donde su soliloquio se convirtió en un clamor que inundó el espíritu de sus coterráneos, donde la frase más conocida de la literatura universal, planteo su propia dicotomía, de lo que hoy ofrece, y al tomar protesta, este 30 de septiembre, como alcalde del H. Ayuntamiento de Acapulco, plantea para todos la pregunta, ¿si el sueño como a “Hamlet”, al despertar no se convertirá en tragedia, al encontrarse con sus propios miedos, sus propios temores infantiles, de aquellos torneos de gallos ilegales a los cuales asistía de la mano de su padre del mismo nombre, y mejor conocido como “El Coyote”, convertida hoy en su sombra, y quizá en sus propias perturbaciones?.

Hoy la sociedad acapulqueña exige más que cambios cosméticos en las instituciones políticas existentes, implica no sólo para Evodio Velázquez, masivas batallas por el control y la aplicación transparente del presupuesto y todos sus recursos disponibles, donde la distribución de las responsabilidades tendrá que realizarlas por más difícil que sea, sino quiere vagar en las sombras de su propio desatino. 

gernestorivera@gmail.com

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