La
Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes fue el escenario de la
presentación
del libro Siqueiros documentado. Testimonio de un proceso creativo,
resultado de más
de tres décadas
de trabajo de la historiadora Irene Herner, en colaboración
con la doctora Mónica Ruiz.
Publicado con el respaldo de la
Secretaría
de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas
Artes y Literatura (INBAL), el volumen reúne y analiza 57 obras de David Alfaro
Siqueiros, algunas de ellas realizadas durante su reclusión
en la Penitenciaría de Lecumberri entre 1960 y 1964.
En la sesión, que se llevó a cabo la noche del 2
de julio de 2025, además de las autoras, participaron la promotora cultural Mariana Pérez
Amor, la galerista Alejandra Reygadas de Iturbe, el director del Museo del
Palacio de Bellas Artes, Daniel Garza Usabiaga, y
el coordinador nacional de Artes Visuales del INBAL, Gerardo Cedillo.
Para iniciar el diálogo, la directora general del INBAL, Alejandra
de la Paz Nájera, agradeció a las autoras por el
trabajo y reconoció: “Siqueiros documentado es una gran publicación
que nos invita a redescubrir, repensar y complejizar la obra de David Alfaro
Siqueiros, un creador referente del siglo XX mexicano y que se realiza en el
marco de su cincuenta aniversario luctuoso, conmemorado en 2024”.
De la Paz subrayó el
valor crítico
de la obra: “Muestra muchas de las claves para
comprender lo monumental. Las decisiones que toma en estas obras ayudan a
explicar la producción artística en general, como los sujetos
populares de sus composiciones, las técnicas cinéticas inspiradas en la cinematografía o
el contexto político internacional al que recurre para exhibir distintas
problemáticas
sociales”.
Un trabajo de más
de tres décadas
La historiadora Irene Herner recordó
emocionada el largo trayecto del proyecto editorial: “Cada libro es una aventura larga y
emocionante… Se concentra
en la segunda oración de un dicho de Siqueiros: ‘Para mí no hay belleza que pueda compararse a
la acción,
ni la del arte por el que he dado la vida’. Pues, al fin y al cabo, la memoria
de la vida es la dedicación. Y Siqueiros se dedicó a
pintar y a pensar el concepto de arte público como una manera de participar
con la reconstrucción de México después de la Revolución
Mexicana de 1910, en la que fue soldado”.
También compartió el enfoque personal de su investigación: “Lo
que realizo desde 1993 es una investigación y recuperación públicas de una extraordinaria colección
de obras de carácter caballete que Siqueiros produjo durante su vida y
especialmente en los diversos periodos en que estuvo encarcelado por su
pensamiento y sus acciones políticas”.
La publicación se divide en nueve capítulos
temáticos:
Autorretratos, Infancias, Mujeres de México,
Bailarinas, Lo grotesco, Paisajes, Árboles y
flores, Imágenes del pueblo y Personajes.
A su vez el director del Museo del Palacio de Bellas Artes,
Daniel Garza Usabiaga, explicó: “Estos acercamientos nos permiten ver
estos pequeños
grupos como si fueran exposiciones temáticas de la obra de Siqueiros, que al
estar organizadas de manera cronológica nos permiten ver cambios y
constantes en su producción”.
Garza Usabiaga resaltó en
particular el tema de lo grotesco: “Aglutina la mayor parte de las obras
que realizó en
la cárcel...
nos habla de la violencia estructural, la descomposición moral y la monstruosidad social que
atravesó su
época”.
Sobre los paisajes dijo: “Incluso en un género
tradicional y contemplativo como el paisaje, Siqueiros introduce dinamismo y
experimentación.
Sus paisajes volcánicos o cósmicos son metáforas de México: un país herido, erosionado por el conflicto,
pero siempre fértil
y capaz de regenerar”.
La creación
en la cárcel
como forma de resistencia
Herner recuperó palabras de Siqueiros sobre su
experiencia en Lecumberri: “En la prisión pinté muchos paisajes. Aquello parecía
una forma instintiva de evasión. El paisaje de México
me venía a
las manos cada vez que me preparaba para hacer algo. Sus inmensas distancias,
la claridad infinita de su atmósfera... Trabajaba con la atención
intelectual y fantástica de quien traduce en pintura solamente los sedimentos
de la memoria”.
Mónica Ruiz, coautora del libro, subrayó: “Documentar
cada pintura nos exige hurgar en los archivos para encontrar pistas y
evidencias de su autenticidad, rastrear fuentes fidedignas, conocer a detalle
su técnica
y estilo, recuperar textos de contemporáneos y entrevistas. Cada cuadro es una
historia, una ventana singular al universo plástico de Siqueiros”.
Ruiz destacó la complejidad de su arte en prisión: “Estos
cuadros de caballete dan cuenta de la monumentalidad de lo pequeño,
de la variedad y a la vez la consecuencia iconográfica del artista, de su notable
capacidad para construir el espacio, de sus exploraciones poéticas
y formales”.
Entre lo íntimo
y lo monumental
Alejandra Reygadas de Iturbe, de la
Galería
de Arte Mexicano, habló del valor de las piezas reunidas: “Las
57 pinturas incluidas en esta publicación revelan aspectos esenciales del
imaginario de Siqueiros, permitiendo al lector explorar facetas más
personales y experimentales del artista. A lo largo de estas páginas
asistimos a un diálogo constante entre lo privado y lo público,
entre la experimentación técnica y el compromiso político”.
Sobre los autorretratos explicó: “El
autorretrato opera como un microcosmos, un laboratorio donde el artista se
interroga. Ensaya gestos, emociones y materiales que luego habría
de transmitir en gestos monumentales”.
Acerca
de la representación femenina señaló: “Las mujeres de México
que aparecen en estos estudios de caballete condensan varios niveles de
significado. Son madres trabajadoras, guerrilleras, campesinas, símbolos
del mestizaje, pero son también cuerpos concretos atravesados por
las tensiones de un país en constante transformación”.
Un legado vivo y comprometido
A su vez, Mónica Ruiz cerró con una reflexión
sobre la importancia del libro: “Siqueiros documentado permite aquilatar el valor de estas
obras no solo
como estudios para sus murales, sino como testimonios plásticos
de su compromiso social y su lucha contra la injusticia. Esta enorme labor de
documentación
es una acción
de rescate, de comprensión histórica, pero también
un ejercicio de diálogo contemporáneo, de reflexión
sobre el papel del arte en tiempos de crisis”.
La historiadora Irene Herner concluyó: “El libro es un homenaje a 50 años
de la muerte del pintor. Con estas obras damos cuenta de una parte de su
producción
que permanecía
oculta y
que hoy vuelve a ser pública y social, tal como él
la concibió”.
Con Siqueiros documentado.
Testimonio de un proceso creativo, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del INBAL, rinde homenaje a David Alfaro
Siqueiros en el cincuentenario de su muerte, enriquece la memoria colectiva y abre
nuevas rutas de estudio para generaciones futuras.
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AS
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