Averígüelo Vargas : Enrique Vargas Orozco
Iguala y los normalistas muertos y desaparecidos marcan un parteaguas en la vida de la nación, casi tan grande como la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, porque representa un acto de violencia y salvajismo imposible de aceptar y por eso se entiende la furia y el dolor de los padres de esos muchachos que no logran la resignación porque no pueden llorar los cuerpos de sus hijos ni saber dónde y en qué condiciones quedaron.
Para los guerrerenses que acompañan a esos padres, señaló el gobernador electo, Héctor Astudillo Flores, es de la mayor importancia esclarecer la desaparición forada de los 43 normalistas, el homicidio de otras 6 personas y las lesiones a muchos otros, entre ellos algunos que no logran alcanzar su recuperación por los daños severos sufridos.
Eso es lo que ha provocado, destacó el próximo gobernador, que la sociedad levantara su voz en reclamo de la verdad y la justicia, que esclarezcan los deleznables hechos.

“Sobre los hechos de Iguala, ni perdón ni olvido”, advirtió nuevamente.
Héctor Astudillo será un gobernante serio, responsable y con la firmeza suficiente para colaborar decididamente en la aclaración de lo ocurrido el 26 de septiembre, a fin de recuperar la tranquilidad y permitir la resignación y la conformidad de los familiares de las víctimas, basados en la justicia.
NO USAR A PADRES DE LOS NORMALISTAS PARA SACAR “RAJA POLÍTICA”: OBISPO RANGEL
En una tragedia social, como la que enfrenta Guerrero y el país se vive el drama de las víctimas, pero también permite que surjan “redentores”, que aparentan compartir ese dolor, pero que en realidad sólo los mueve la ambición, el afán de destacar y de obtener pingües ganancias simulando esforzarse y luchar en favor de los afectados y no es muy difícil ubicarlos y señalarlos.
Así se ha manifestado por parte de muchos analistas y observadores, e incluso de representantes de la iglesia católica, como en el caso del obispo de Chilpancingo-Chilapa, quien hizo un llamado a “grupos y personas sin escrúpulos”, que utilizan el sufrimiento de los padres y familiares de los 43 normalistas para sacar “raja política” y perseguir sus propios intereses.
Así se advierte en el estado y a nivel nacional, de quienes utilizan la situación que se vive para tratar de satisfacer y alcanzar sus objetivos e intereses políticos, a través de acciones y expresiones que no reclaman la justicia, sino buscan afectar y dañar a sus adversarios políticos y cosechar beneficios en las siguientes actividades políticas nacionales y estatales.
Se advierte entre los grupos e individuos que tomaron el caso Iguala como su estandarte y que se mantienen como promotores y defensores, aunque sólo buscan el beneficio propio y el daño a sus contrarios; la justicia es lo que menos les importa, pues sólo buscan llevar agua a su molino.
LA JUSTICIA NO DEBE ACOMPAÑARSE DE VIOLENCIA Y DESTRUCCIÓN: ORTEGA
En esta situación es correcta la apreciación del gobernador sustituto, Rogelio Ortega, quien llamó a restaurar la armonía y paz social que necesita el estado para superar los problemas, pero que los reclamos de justicia no deben apoyarse en la violencia y la destrucción.
El mandatario estuvo en un evento en Acapulco donde entregaron créditos personales y 200 pensiones a personal afiliado al ISSSTE, acompañado por los directivos de ese intituto y ahí destacó que la violencia y la destrucción de algunos grupos como la Cetreg, los llamados ayotzinapos y otros grupos violentos (qunque no los mencionó directamente) no contribuyen a recuperar la paz y tranquilidad social.
AMPLIA CONDENA A LO OCURRIDO EN IGUALA; CON VIOLENCIA Y VANDALISMO NO SE ALCANZARÁ LA JUSTICIA
La tragedia de Iguala dejó el gran dolor de quienes perdieron a sus hijos y de no saber con certeza qué les ocurrió y dónde quedaron sus restos, si es que fueron victimados, pero también permite observar que hay contradicciones y grupos que están ahí para sacar provecho y no permitir que se cierre el caso, porque les rinde buenos beneficios.
Muchos opinan que la versión de la PGR va a terminar imponiéndose y que en un momento se tendrá que admitir que los muchachos terminaron en manos de la delincuencia, que les habrían dado muerte e incinerado en Cocula.
Tal vez no fueron todos los 43, ya que algunos podrían haber tenido otro final, ya sea sepultados en fosas clandestinas o incluso que no murieron, sino que estarían ocultos en sus casas, en la escuela, en otros estados y hasta fuera del país.
Está el caso, por ejemplo, del normalista Daniel Águila Zavala, que está en la lista de los desaparecido, pero una información anónima lo muestra después de haber sido detenido en uno de los eventos que protagonizan y al quitarle la capucha se advierte que es uno de los integrantes del grupo de los 43.
Esa gráfica se ha repetido mucho en las redes sociales y hasta ahora nadie la ha desmentido ni han dicho que se trate de un montaje o algo semejante. Hay datos en las oficinas de gobierno, que aseguran eso, que no son 43 los muertos y desaparecidos, sino menos, pero que se les utiliza sin cambios para mantener la agitación y la violencia, porque aceptar que algunos pudieran aparecer vivos, sin daños, dañaría mucho la credibilidad de ese movimiento.
En fin que se fortalece una corriente que no niega el dolor de los padres, pero que cuestiona la forma en que los agregados, asesores, voceros y otros grupos los han manejado y que son los que no permiten que se alcance la resignación y el consuelo, porque mantener viva la agitación y el reclamo tiene claros objetivos políticos, bastante evidentes.
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