La asistencia de más de 367 mil personas a la exposición Miguel Ángel Buonarroti, un artista entre dos mundos, confirma que el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) responde a la necesidad de la formación de nuevos públicos para que asistan a exposiciones y eventos culturales, además de ofrecer actividades de calidad y con reconocimiento internacional.
En este sentido, el investigador Andrés López Ojeda precisó la posición de instituciones sociales de gran relevancia en cuanto a que su objetivo es poner a disposición de la sociedad las diversas manifestaciones de arte, y entre la necesidad de su transformación y capacidad para atraer visitantes respecto a la desmesurada oferta cultural y de entretenimiento con la que se cuenta, por no mencionar aquellas que se encuentran disponibles en Internet.
Al citar a la especialista en formación de públicos Ana Rosas Mantecón, quien asegura que “Los públicos no nacen, se crean y recrean permanentemente”, López Ojeda comentó que con la exposición de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel en el Palacio de Bellas Artes, se ha generado un amplio interés de miles de personas.
En primer lugar, dijo, la asistencia a ese tipo de eventos se puede vincular con la posibilidad de “estar” o hacer “presencia” en un acontecimiento que rompe la rutina, la cotidianidad y les da la oportunidad de acercarse a lo novedoso o difícil de acceder.
En este sentido hizo alusión a lo expresado por Miguel Gallo (22 años) y María Sánchez (20 años), estudiantes de la FES Aragón, para quienes la visita a Bellas Artes resultó significativa, porque para ellos era “una exposición de artistas que no se había presentado en México”, además como estudiosos de Relaciones Internacionales “tenemos que saber de todo un poco, de arte, ciencia”, pero sobre todo porque “estas obras no están en un lugar tan común, es una oportunidad porque no tenemos los recursos para ir hasta Italia”.
En segundo lugar, señaló el investigador, entrevistar a los visitantes de esta exposición ayuda a entender la variedad de intereses, necesidades y expectativas que ofrece un evento como este. Es decir, permite reconocer que ser espectador también implica cierto nivel de conciencia.
“Los visitantes de estas exposiciones tienen claro a qué van a estos lugares, por ejemplo, la exposición de Leonardo y Miguel Ángel se convirtió en un espacio propicio para el encuentro con aquellos que se aprecian como similares; convocó a la socialización y tuvo el poder de detener, aunque fuera por algunas horas, el vertiginoso fluir e imparable ritmo de la ciudad; constituyó un momento favorable de vinculación para quienes conforman una comunidad vinculada con el arte a la manera de Maffesoli: como un “re-ligar” (de donde deriva la palabra “religión”) que celebra la importancia del estar juntos.
Por su parte, el señor Raúl Salgado, de 67 años y jubilado, quien asistió a la exposición con su hija de 32 años y su nieta de 11, argumentó que fue el prestigio de los artistas renacentistas y su obra lo que le obligó a desplazarse desde Campeche hasta el Distrito Federal, e invertir tiempo y dinero para conseguir los boletos que les permitieron estar ese día en el Palacio de Bellas Artes.
En este sentido, Andrés López Ojeda afirmó que sentirse parte de un capital cultural, acceder a la oferta (que en este caso ofreció el Conaculta de manera gratuita) o buscar estar in situ en eventos tan mencionados, es entender que los públicos, además de ser consumidores, también son productores de cultura, quienes intercambian o resuelven sus demandas artísticas de distintas formas.
En tercer lugar, si bien existen muchos motivos por los cuales las personas asistieron a la muestra (ya sea porque fue muy promocionada, recomendada por algún amigo, familiar o porque, como afirman algunos visitantes, no se podía faltar a uno de los eventos más importantes del año), también es cierto que al instalarse en el emblemático y céntrico Palacio de Bellas Artes, se abrió la posibilidad de facilitar el acceso pero, también, de aportar a la formación de nuevos públicos, por lo que fue frecuente observar que la muestra fue visitada por casi cualquier grupo de edad y género con un acercamiento, desde lo más solemne hasta el más festivo, sin que por ello no se adquirieran informaciones significativas vinculadas con la propia historia del arte mexicano.
Asimismo, comentó que la gente también se vio influenciada por los genios italianos: “algo de lo que más me impresionó fueron las maquetas de arquitectos mexicanos y no sabía que Leonardo y Miguel Ángel fueran los precursores; ahora no imagino a ningún arquitecto que no realice una maqueta antes de hacer su obra”, comentó otro joven asistente.
Tal vez valga la pena señalar que en esta exposición se recurrió a las tecnologías de comunicación en tres sentidos: al interior de los espacios museísticos como recursos para alentar la renovación de los discursos artísticos, como la explicación del Cuaderno sobre el vuelo de las aves de Leonardo en una gran pantalla, que fue de lo más apreciado; también la orientación de los museos, sobre todo enfatizando el aspecto del aprendizaje (Learning museums) que me parece prevaleció en la afamada muestra frente a la tentación de la comercialización que experimentan otros espacios museístico (Marketing museums), y por último, la relación con los nuevos públicos, cuyos hábitos interactivos nos mueven a la reflexión.
Cabe destacar que la muestra presentada por el Conaculta y el INBA terminará este fin de semana su exhibición en el Museo del Palacio de Bellas Artes, por lo cual se ampliaron los horarios: viernes 25, sábado 26 y domingo 27 de septiembre, de las 8:00 a las 00:00 horas.
El propósito de este montaje, que ya ha sido visto en la capital mexicana por más de 367 mil personas, es presentar la trayectoria del artista mediante dibujos, óleos, documentos y esculturas, las cuales permiten apreciar la participación de Miguel Ángel en la renovación de los procesos artísticos y arquitectónicos del arte renacentista del Cinquecento, al tiempo de revelar su influencia artística en la historia del arte de la Nueva España.
Entre las obras que destacan en la exposición están el David-Apollo (1532-1534), escultura en mármol de 1.47 metros; el Cristo portacroce (Cristo Giustiniani) de 1514–1516, obra en mármol de 2.50 metros que se presenta por primera vez fuera de Italia; dibujos y bocetos originales que sirvieron como preparación para las pinturas de la bóveda de la Capilla Sixtina, de entre 1508 y 1510; así como correspondencia del artista, entre otras piezas.
Esta muestra, en la que se puede observar una réplica de La piedad, además presenta obras de otros 26 autores, entre ellos Rafael Sanzio, Giorgio Vasari, Giorgio Ghisi, Daniel de Volterra, Andrés de Concha, Baltazar de Echave Orio, Leone Leoni, Marcello Venusti, y Bernal Díaz del Castillo.
En sus últimos días de exhibición de Miguel Ángel Buonarroti, un artista entre dos mundos, el Palacio de Bellas Artes atenderá a todos los visitantes que lleguen a admirar la obra del artista renacentista, con el fin de que obtengan la mayor experiencia y gozo en su visita.
La venta de boletos es en la taquilla del Palacio de Bellas Artes y a través del sistema Ticketmaster. El costo general es de 49.00 pesos; la entrada es gratuita a estudiantes, maestros e INAPAM con credencial vigente. Domingo entrada libre. Horarios extendidos: viernes 25, sábado 26 y domingo 27 de septiembre, de las 8:00 a las 00:00 horas.
0 Comentarios